LA OTRA MITAD DE MI CAMA
Me estás estorbando
((como nos estorbaba la ropa
((como nos estorbaba la ropa
te acordás?))
ya no sólo en las ganas
También en la necesidad de dormir
en la facilidad de cantar
en la inercia de respirar
en el ejercicio de pensar
en la acción de escribir
en el placer de leer
en los vellos de la piel
en el ensayo de vivir
en el intento de olvidar
en la insistencia de recordar
en la pieza del collar
en el bolsillo de la falda
en el hilo del piyamas
en cada bum bum del corazón
en el tic tac del reloj
en el aire del pulmón
en el suspiro del alma
en el reflejo del silencio
en la presencia del viento
en el féretro de mi espera
Me estás estorbando
Vida mía
en cada acontecimiento
de mi vida
En el hambre del indigente
en la voz del presidente
en el remitente del correo
en la huella de mi paso
en el grito del vecino
en el canto del canario
en el ladrido de Pipo
en la sirena del auto
en el frío de mi ombligo
en la punta de los dedos
en los enredos de mi pelo
en el capítulo del libro
en la a del teclado
en la D de mi nombre
en el piso de la ducha
en la risa de mis labios
en el inicio del día
en el medio de mis senos
al final de mi espalda
en la curva de mi cintura
Por Dios!
¿Por qué no me estorbás también
cada noche
en la otra mitad de mi cama?
Dalila Benedetti
ya no sólo en las ganas
También en la necesidad de dormir
en la facilidad de cantar
en la inercia de respirar
en el ejercicio de pensar
en la acción de escribir
en el placer de leer
en los vellos de la piel
en el ensayo de vivir
en el intento de olvidar
en la insistencia de recordar
en la pieza del collar
en el bolsillo de la falda
en el hilo del piyamas
en cada bum bum del corazón
en el tic tac del reloj
en el aire del pulmón
en el suspiro del alma
en el reflejo del silencio
en la presencia del viento
en el féretro de mi espera
Me estás estorbando
Vida mía
en cada acontecimiento
de mi vida
En el hambre del indigente
en la voz del presidente
en el remitente del correo
en la huella de mi paso
en el grito del vecino
en el canto del canario
en el ladrido de Pipo
en la sirena del auto
en el frío de mi ombligo
en la punta de los dedos
en los enredos de mi pelo
en el capítulo del libro
en la a del teclado
en la D de mi nombre
en el piso de la ducha
en la risa de mis labios
en el inicio del día
en el medio de mis senos
al final de mi espalda
en la curva de mi cintura
Por Dios!
¿Por qué no me estorbás también
cada noche
en la otra mitad de mi cama?
Dalila Benedetti
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